lunes, 21 de septiembre de 2009

XIX - A'dal

Shattrath - Finales de Verano

Es levemente inquietante esta sensación.

Porque ahí delante, dando vueltas y canturreando con sonidos cristalinos hay un naaru. Sus fragmentos, que parecen extrañas joyas labradas, dan vueltas y vueltas en un patrón que creo que ya he aprendido de tanto mirarlo, y su sola presencia reconforta de una manera que no comprendo.

Es un bicharraco de cristal. Dicen que los naaru son criaturas de Luz pura, y no seré yo quien lo niegue, a juzgar por lo que veo, pero así a simple vista, eso es lo que es. A'dal protege esta ciudad, y muchos son los que vienen a postrarse ante él o a pedirle consejo. Me hablaron de su existencia en la Capilla de la Esperanza de la Luz, y por eso he venido otra vez a este mundo plagado de putos jodidos malditos demonios. A ver al naaru.

Y el naaru no hace otra cosa que dar vueltas y cantar, proyectando un enorme haz de Luz hacia los cielos, que convierte a Shattrath en un faro, pero al que los putos jodidos malditos demonios no parecen ser capaces de acceder.

Tengo entre las manos el Canalizador de Luz de Auslese, cargado en las mismas corrientes del protector de Shattrath, y le doy vueltas entre las manos, pensativo. Espero que funcione.

Me rasco la ceja, observando a la criatura desde lejos y preguntándome qué consejos puede dar un abalorio luminoso flotante, cuando vuelvo a sentir ese centelleo extraño en el fondo de mis venas, en la misma sangre. A'dal no tiene ojos, pero parece mirarme. Y acojona mucho.

Bienvenido a la Ciudad de Shattrath, Rodrith. Por cierto, estás haciendo lo correcto.

Si, acojona mucho. No son palabras lo que resuena en mi interior y me habla, es algo distinto. Es una canción, son notas pulsantes, suaves, como un arpa lejana que armoniza con mi propio ser y despierta vibraciones en todas mis células. Pero de algún modo, las entiendo.

¿Por qué no te acercas un poco? Deja de apuntalar las puertas de tu fortaleza, acércate y deja que la paz te envuelva en brazos de la Luz. Es bueno. Creo que te gustará.

- Si, hombre. Y una mierda.

Cuando salgo disparado hacia los portales, más asustado de lo que he estado nunca, superado por la grandeza de lo que tengo enfrente, una especie de risa paternal, cascabeleante y afectuosa se escurre en mi interior, canturreando. No se si son mis melodías constantes o la extraña voz de ese naaru.

No estás preparado, aún no, aún no. Vuelve otro día, todo irá mejor

- No pienso volver - me digo, arrojándome a través del portal hacia Entrañas.

Pero en el fondo de mi corazón, sé que sí lo haré.


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