lunes, 28 de septiembre de 2009

XXIX -Traición (II)

Azshara - Invierno

El susurro del viento es un murmullo tenue, lánguido y leve. Se cuela entre las hojas pardas, agitándolas en su incesable marchitar; entre las briznas de hierba amarillenta, que vibran como cuerdas de un instrumento viejo y abandonado. Las peina con los dedos, la última caricia de una mano fría como la Parca, que prolonga el epílogo de una tierra perdida, transportando su historia en las alas gélidas de la brisa, grabándola en los troncos macilentos y las piedras erosionadas de las antiguas ruinas. Las hojas caen constantemente, en un final que no tiene final, la lenta agonía de un mundo extinto que se niega a marcharse y dejar de cantar sus recuerdos.

Oigo los murmullos de voces ancianas que no comprendo, mientras avanzo al paso, con la niña entre mis brazos.

- ¿Como te llamas?
- Aniah

Sus ojos grandes, vidriosos y somnolientos, se vuelven hacia mi con algo de temor. Le limpio los restos de lágrimas con un dedo, y le sonrío para evitar que vuelva la mirada hacia el brujo. Theron me sigue a unos pasos de distancia, y oigo su voz en mi mente, como suele suceder casi constantemente desde hace un tiempo. Al principio me asustó. Luego me pareció que era una ventaja, algo estupendo para el combate y mantener un contacto constante, aunque no comprendo a qué se debe este extraño vínculo. Hoy, a través de él, solo fluye tristeza y angustia. La mía es por nosotros. La de Theron, lo sé, es por mí.

No hagas esto. No tienes por qué hacerte daño de esta manera.
Si vamos a hacer esto, lo haremos con plena consciencia.
Joder, Ahti...


- Yo me llamo Ahti
- ¿Donde vamoz?

No respondo. Sigo mirando hacia adelante. No debe faltar mucho para llegar al lugar fijado.
Mantengo mis pensamientos claros, la mente limpia. Me aferro al recuerdo de Rashe, días atrás, abrazándose a mí con desesperación en El Sepulcro, su mirada herida. "Te necesito, necesito que me apoyes en esto... por todo lo que nos une". Por todo lo que nos une. Por todo lo que nos une, la he ocultado lo mejor que he podido de los hombres de la Guardia, que reclaman su sangre. Por todo lo que nos une, hemos viajado a Scholomance en busca de conocimiento que nos permitiera identificar la clase de maldición que pesa sobre Demonna. Por todo lo que nos une, hoy vamos a poner fin a esa maldición con el sacrificio de una criatura inocente a las Sombras, una vida por una vida.

La hierba cruje bajo los cascos de Elazel, que se niega a caminar más rápido. Las monturas invocadas por aquellos que usamos la Luz son una prolongación de nuestra voluntad... y el hecho de que mi yegua, a la que estoy vinculado íntimamente, no parezca capaz de avanzar con más ligereza y mantenga baja la testa es un claro indicativo de que esto no está bien.

Pero confío en la Luz, y confío en la gente. Rashe no es ningún monstruo, ella es muy consciente de la vida y la muerte, del valor de una vida y del valor de una muerte. Sé que comprenderá que hay otra manera, pero antes tiene que ver a Aniah. Y cuando lo haga, se dará cuenta del grave error que supone esta jodida locura.

- ¿Te gusta montar a caballo, Aniah?
- Zi
- ¿Qué mas cosas te gustan, Aniah?
- El chocolate y los elekks

La pequeña elfa tiene el cabello rubio y se chupa el dedo. La otra manita se agarra a mí con fuerza. Parece haber encontrado algo de confianza, los niños son muy sensibles a la Luz. Theron no dice nada, pero percibo su mirada clavada en mi nuca.

Yo lo haré. Tu no tienes que hacer nada.
No importa. Eso no cambia las cosas.

Por todo lo que nos une.

Aricia pidió examinar a Demonna, dispuesta a ayudar.
- No podéis sacrificar a una niña para salvar una vida - dijo, con sus ojos claros abrumados por el horror. - Dejadme colaborar. Tiene que haber otra manera, estoy segura.
- No hay tiempo.
- Haré lo que pueda con el poco tiempo que haya, creedme.

Pero no hubo tiempo suficiente.
Demonna se muere, y si eso sucede, la Guardia habrá asesinado a un miembro de los Lobos Sanguinarios, al igual que ellos han asesinado a un miembro de la Guardia. El conflicto será aún peor. Pero además, está Todo lo que nos Une, y realmente, ese es el único motivo real por el que ahora cabalgo hacia el círculo de sacrificios, que ya se divisa en la lejanía, con una niña robada del orfanato entre mis brazos.

- Duerme

Le paso la mano por el rostro a Aniah, invocando el martillo de justicia con toda la suavidad de la que soy capaz. Se manifiesta cuando la pequeña deja caer la cabeza lentamente, parpadea y se queda dormida sobre mi pecho, sin muestra alguna de dolor. Es curiosa la manera en la que la voluntad puede dar forma a la Luz con violencia o con ternura.

Cabalgamos en silencio, recorriendo la distancia que nos separa de la pequeña construcción en ruinas, sin mirarnos, sin pensar. Los minutos se arrastran con pesada lentitud.

La Hermana del Lobo aguarda, junto al extraño mago, ese muerto sin mandíbula llamado Feredías. No me gusta ese tipo, sus ojos relucen con una maligna alegría mientras desmonto con Aniah en brazos, que se remueve, despertando, y mira alrededor, algo asustada. La expresión de Rashe y su silencio me indican al instante que tiene dudas, tal y como esperaba. No lo hará. Sé que no puede hacerlo. No lo hará.

- ¿Quienez zon? - Aniah cierra los puñitos en mi tabardo, me llega su olor a niña y a flores del campo, a jabón infantil.
- Estos son Rashe y Feredías, y él es Theron. - respondo, suavemente. - Os presento a Aniah. Le gusta montar a caballo, el chocolate y los elekks.

Rashe parpadea, se le empañan los ojos, y no aparto la mirada de ella. No es manipulación lo que estoy haciendo. Es solo que quiero que sean todos conscientes, como yo lo soy, de lo que esto supone si se lleva a cabo, aunque sé que no se consumará. Theron es muy capaz, pero nosotros dos, no.

- ¿Estamos seguros de esto? - murmura Rashe.
- ¿Estás segura tú?

Feredías ya está revoloteando alrededor, señalando el círculo y a la niña entre mis brazos. El viento se agita. Theron aguarda detrás, inmóvil. Las hojas caen, constantemente, no paran de caer, una detrás de otra, balanceándose durante eternidades en el aire denso antes de tocar el suelo pardo.

Y Rashe asiente.

Feredías sonríe.

Aniah crispa los deditos y empieza a llorar, y sin pensar en lo que hago, la miro y la consuelo con palabras paternales, sus ojos muy abiertos fijos en los míos.

- Todo irá bien, pequeña. Todo irá bien, mi niña.

Mi hija debe tener su edad, es rubia, como ella. No importa lo que diga Rashe, sé que no lo hará, no puede hacerlo, no es capaz. No se hará esto a ella, ni a mi, no manchará Lo que nos Une con algo tan terrible como esto.

Theron comienza a trazar los círculos, las runas se encienden, y dejo a Aniah en el centro cuando la sombra comienza a fluctuar, manifestándose entre la brisa, espesándose en ella. Mientras acuno a la pequeña y la sostengo, con los dedos cerrados en sus manitas, ella se revuelve un instante, asustada. No aparto mi mirada de Rashe, que nos observa, al borde de las lágrimas.

Todo está listo


- No tengas miedo, Aniah. No me voy a ir. Yo estoy aquí.

No será capaz. No lo hará. Feredías nos observa con una sonrisa maliciosa, y Theron se acerca, con la daga desenvainada. Y en este preciso momento, aunque mis ojos sólo están fijos en la Hermana del Lobo, todos me miran a mi. 


Todos me miran a mi. Aguardando algo.


Si lo vamos a hacer, hay que hacerlo ahora
No me lo digas A MI. Díselo a ella


El brujo se vuelve hacia Rashe un instante.
- Hay que actuar ya.

Parpadeo, esperando las palabras de la elfa. Sus rizos negros le caen sobre el rostro, mientras nos observa, uno a uno. Parece una niña perdida, desconcertada, y veo la humedad que se acumula en sus pupilas.

El viento se agita de nuevo, arremolinándose alrededor. Las voces antiguas me llaman, tiran de mi, despiertan la canción, que tintinea en mi corazón una vez mas con la advertencia y la verdad, más clara que la mañana más clara.

Y Rashe se da la vuelta, dando la espalda al círculo, a los que estamos en él, a Aniah, que gime con el cuerpecillo tenso por el miedo, que no la ha abandonado a pesar de mis palabras. Se da la vuelta, dando la espalda, desligándose de una decisión que es suya, que tiene que ser suya y solo a ella corresponde, más que a nadie. Dando la espalda a Lo que nos Une, con un gesto que convierte mi sangre en escarcha y hace encogerse mi corazón con el frío dolor de una tierra yerma y desolada.

- Acabad con esto ya.

Cierro los ojos, incapaz de creerlo. Miro a la niña. Theron me mira, esperando algo de mi. Yo solo miro a Aniah, y no digo nada. No hago nada. Todo se ha apagado en mi interior, y no quiero hacer ni decir una puta jodida mierda ahora. Que cada perro se lama su pijo. Que cada uno se lleve sus consecuencias consigo, en su conciencia, si es que alguien en este jodido lugar aún la tiene, aparte de mí.

Cae la daga sobre el pequeño cuerpo, hundiéndose en el corazón. El gemido de la niña es como el estertor de un animalillo moribundo cuando la sangre comienza a brotar de su pecho, sus ojos se abren desmesuradamente y se fijan en los míos. Las lágrimas son dos pequeños cristales líquidos que se escurren por sus mejillas redondas, sonrosadas, y la boca se entreabre cuando exhala el último aliento. La Sombra ruge, recogiendo aquello que le ha sido entregado, enredándose alrededor como una bruma invisible y la cabeza de cabellos rubios cae inerte hacia un lado, la niña muerta se encoge sobre el círculo y la sombra se disipa cuando Feredías deja oir su risa gorgoteante.

¿¿Por qué no me has detenido??


Sé que el brujo me escruta con sus ojos verdes, centelleantes de jade. Creo que Rashe se ha estremecido con un sollozo ahogado. Pero nada de eso me importa. Ninguno de ellos me importa nada ahora.

Todos teníamos parte en esto, todos éramos responsables. Sobre todo Rashe. Suya era la palabra para detenerlo, no mía. Suyo era el poder, suya la decisión, y así la ha tomado. He dejado en manos de los demás una sola, una única elección... y esta ha sido la consecuencia. No me cuesta comprender, además, que la consecuencia va a pesarme a mí mas que a nadie. Theron lo olvidará rápido, o puede que no, pero no le acosará el remordimiento. Rashe lo esquivará respaldándose en que ella no empuñaba el arma, en que todo se hizo por salvar a Demonna, a quien debe querer mucho, supongo. Feredías está satisfecho.

Y yo acabo de perderlo todo.

Lo que nos Une se ha desmoronado como un montón de cenizas, aún lo siento derrumbarse mientras paso la mano sobre los ojos de Aniah para cerrarlos. Escucho el discurrir de los cerrojos en las puertas, en las ventanas de la fortaleza, en cada pequeña trampilla o ventanuco. Se cierra indefectiblemente, con un último golpe seco al subir el puente por completo, y el silencio es todo cuanto queda.

Nadie llegará más allá de estos muros. Nadie cuidará de mí, y nadie se preocupará por mí, nadie mas que yo mismo. Nadie tendrá en cuenta lo que soy ni lo que pueden suponer algunas cosas para alguien como yo, solo yo mismo. Nadie compartirá mis cargas ni me ayudará a llevarlas, y nadie sabrá hacerlo, porque al parecer, nadie es capaz de hacer esa sutil distinción entre qué es lo correcto y qué no lo es. Solo yo. Nunca más dejaré de tomar una decisión con la esperanza de que alguien comprenda, de que alguien entienda de qué están hechas y cual es su sabor.

Ahora sé que no puedo confiar en nadie.

Ahora sé que no debo confiar en nadie.


No hay nada peor que traicionarse a uno mismo.