viernes, 8 de abril de 2011

CV.- La traición de Chronormu

Bajo el pórtico del templo del Reposo del Dragón, compongo mi mejor cara de amenaza. Respeto mucho a los dragones, ¿vale? Los respeto de verdad. Pero no pueden pretender que sonría y dé las buenas tardes si vengo a ver a mi hija y me dicen que aquí no está. Porque yo la dejé aquí.

Tranquilo. Seguro que hay una explicación.

Me cuesta mantenerme tranquilo, pero intento hacerle caso a la que, en ocasiones, es la voz de mi conciencia. Pero me cuesta. Porque tengo ese presentimiento. El que tenemos los padres cuando sabemos que los hijos se han metido en un lío. De hecho, por eso he vuelto.

Miro al dragonante enorme y vuelvo a dirigirme a él con la mayor corrección posible.

- Tiene que haber un error. Estoy buscando a Elive Albagrana. Es mi hija, la dejé aquí hace tres semanas. Es una niña así de alta, rubia. Cromi se la llevó de la mano. Decidme dónde está, o qué ha pasado con ella.

El dragonante me mira y tarda un rato en responder, con esa voz profunda, resonante, tan parecida al tañir de las campanas.

- No la he visto. Aquí no hay niños. No está aquí.

- Quiero hablar con Cromi.

El dragonante me mira, y por un momento, leo en el brillo de su mirada. Yo soy un gusano, un mortal, menos que nada para él. Ha vivido miles de años en lugar de mis cientos y podría aplastarme con su garra, y estoy llamando por su apodo a un dragón mucho más anciano y poderoso que él.  Sé que, durante un instante, sopesa la posibilidad de destrozarnos y tirarnos a una zanja. Espero que no lo haga, yo también sé ponerme en plan terrorista si hace falta. Y aquí se puede liar muy parda.

- Por favor, necesitamos ver a Chronormu - ahí está Theron, interviniendo. Con sus cuernos y todo, dispuesto a convencer al dragón - Dejaremos las armas aquí.

Esa última afirmación parece agradar al guardián, que se aleja hacia el interior del templo sin ninguna prisa. Miro de reojo al brujo, y él suspira. Anda que no hubiera disfrutado una buena pelea él, pero no es momento ni lugar. No me gustaría morir aquí.

Finalmente, la pequeña gnoma vestida de blanco se acerca a nosotros. Al verla, me siento algo más tranquilo. Si no confiara en él, en ella, en lo que sea, no habría traído a mi niña aquí.

- ¡Hola otra vez! ¿O es la primera vez que nos vemos?

Nos mira con una sonrisa.

Generalmente, los miembros de los Vuelos escogen su apariencia de entre las formas que más les agradan entre los seres vivos de las razas de Azeroth. Por eso la mayoría se muestra como elfos nobles o sin'dorei. Somos los más guapos, es un hecho. Algunos se decantan por un aspecto humano. Cromi, sin embargo, eligió lucir el aspecto de una gnoma. No sé si es macho o hembra, por el nombre diría que lo primero. Pero a este dragón no le gustan los dramatismos; se pasa la vida arreglando fallas temporales y equilibrando el flujo del tiempo. Es un trabajo demasiado serio, y creo que el travestismo y su elección de raza, además de la insistencia en ser tratada - tratado - por su apodo, es su forma de mantenerse fresco.

- Cromi, soy Ahti. Nos conocimos en Andorhal.

- ¿Ah sí?

Ladea su cabeza redonda y bate las negras pestañas. Theron la está mirando con una mezcla de diversión y avidez. Creo que, por algún motivo, le despierta hambre.

- Sí, estuve ayudándote con los gusanos.

- Mucha gente pasa por allí y me ayuda con los gusanos. Pero tranquilo, no me he olvidado de tí. Te conozco hace mucho, o todavía no nos hemos conocido, aunque eso no importa. ¿Has venido a por tu tablilla?

Ahora es mi turno de extrañarme.

- No, he venido a por mi hija.

Cromi sonríe y hace aparecer una tablilla de piedra de entre sus ropajes, entregándomela.

- Tendrás que conformarte con tu tablilla. La he hecho especialmente para tí.

- ¿Dónde está Elive?

Empiezo a perder la paciencia. Y los dragones del vuelo de bronce, cuyo concepto del tiempo es drásticamente distinto al nuestro, no suelen tomarse muy bien las prisas. Cromi emite un gruñidito de descontento y finalmente niega con la cabeza.

- Elive está con nosotros, está bien. Puedes irte tranquilo.

Entrecierro los ojos y un calambrazo me recorre la espina dorsal. Me hormiguean los dedos. Me he tensado de inmediato, como una bestia que se prepara para atacar. Chronormu sigue sonriendo y Theron, detrás de mi, también empieza a alterarse.

- Quiero ver a mi hija - repito, claro y breve, con cierta sequedad. - Si no quieres que se quede aquí más tiempo me la llevaré ahora mismo. Mejor dicho, me la llevaré en cualquier caso. Llévame con ella, o tráela aquí.

- Me temo que no es posible.

- ¿Y se puede saber por qué?

Cromi alza la cabeza y se pone repentinamente serio. Tiene el bastón en la mano. Hay dos centinelas dragonantes a ambos lados, guardando la puerta, pocos pasos por detrás de ella. ¿Cuántos malditos soldados lagarto habrá ahí adentro? Los Vuelos no son cosa que tomarse a broma, pero Elive está ahí.

-Puedo decírtelo, pero dudo que lo entiendas. Elive tiene un destino que va más allá de lo que puedes imaginar. Tenía que llegar aquí y nosotros teníamos que ocultarla de tí. Tu hija está en una grieta temporal. Está aprendiendo con nosotros. El lugar en el que está, se encuentra fuera del tiempo y del espacio, pero está bien y a salvo.

Durante unos segundos, simplemente escucho lo que me dice. Intento encajarlo. Encontrar la reacción adecuada a esta nueva situación. Probablemente sería intentar saber más cosas, preguntarle de qué destino se trata, por qué Elive, y por qué no puedo verla. Eso es lo racional.

Y yo soy muy racional. Incluso frío. Puedo ser un jodido témpano, lo juro.

Pero cuando te están diciendo finamente que te han robado a tu niña, hay que ser de piedra para no ponerse histérico.

- ¡No tienes derecho a hacer eso! ¡Quiero ver a mi hija y quiero verla ahora, y si no me llevas con ella o la traes aquí, te juro que vas a recordar este día!

Me he abalanzado hacia delante y los dos centinelas, como si ya supieran que iba a pasar - forman parte del Vuelo de Bronce, quizá lo sabían - han cruzado las lanzas y están conteniéndome. Son un maldito muro, no importa cuánto empuje. Entre sus cuerpos, detrás de las armas de asta, veo la figura de Cromi.

- No creo que eso pase. Entiende que así es como tiene que ser. Échame la culpa si eso te alivia.

- ¡Claro que lo hago!¡Maldito seas!¡Me has traicionado!

Estoy gritando, forcejeando. La Luz se ha prendido a mi alrededor, y Theron también se ha arrojado hacia la puerta, casi a la vez que yo. Están siendo menos considerados con él. Un fuego ácido y abrasador se ha encendido dentro de mi. La ira furiosa por mi hija, que me muerde los nervios. No sé durante cuanto tiempo trato de deshacerme de los centinelas, hasta que, finalmente, cansados de tanta tontería, nos echan fuera con una oleada de energía inocua que simplemente nos precipita hacia la nieve.

Caigo de espaldas. El golpe me roba el aire un momento, y cuando vuelve a entrar en mis pulmones, estoy mirando al cielo, al cielo azul. La furia se funde, entra en ebullición y se convierte en un dolor profundo. En tristeza y culpa. Sobre todo en culpa. De repente me siento sin fuerzas para nada. Me quedo ahí, tendido sobre la nieve, con los dientes apretados. Cierro los ojos para luchar contra esos sentimientos terribles.

Deja de pensar eso

Por todos los dioses. No podía ser. Esto tampoco podía salirme bien. Lo he intentado, pero no. No pude proteger a Ivaine. Ni al principio, ni después. Y he intentado cuidar de Elive. He intentado ser un buen padre, maldita sea, lo he intentado, al menos durante este tiempo. ¿Cuanto ha sido? Un año, un año y pico. Y lo he hecho fatal.

Ahti, deja de pensar eso. Te estás haciendo daño. Y no es verdad.

Arrastrando a la niña aquí y allá, teniendo que dejarla con mi hermana, en ese maldito orfanato de Shattrath, con Theron, con los dragones. He intentado darle lo mejor cuando puedo estar con ella. Pero el mundo está en guerra, y yo tenía que luchar. ¿Por qué tenía que luchar? Mierda. Lo hacía por ella, yo luchaba por ella. Para que pudiera vivir en un mundo mejor.

Para.

Luz Sagrada, lo he hecho lo mejor que he podido. ¿Por qué no ha sido suficiente? ¿Por qué no pude simplemente dejarlo todo y estar con ella? No soy un buen padre.

Para, por favor.

Estoy empezando a ahogarme. Me falta el aire. Me pongo de pie, y el brujo está a mi lado, esperando. Mirándome con una expresión que ahora mismo no entiendo. Como si estuviera cabreado o algo así. No soy capaz de descifrar qué le pasa, pero es que no le estoy prestando atención. Le digo algo sobre darme una vuelta y agarro la espada, enfilando hacia las nieves.

Tiene que haber por ahí algo que merezca ser matado hasta que me sienta mejor.