lunes, 21 de septiembre de 2009

XV - El amanecer

Isla del Caminante - Verano

La noche es clara y estrellada. Una luna enorme se balancea, plena, en el firmamento añil de los últimos instantes previos al alba, y las olas lamen la orilla suavemente, deslizando su lengua de sal y espuma sobre la arena. En el horizonte se recorta la Isla de Quel'danas, y la miro, entrecerrando los ojos, con el espíritu en calma, sumergido en mí mismo. Estrecho a Rashe con un brazo mientras ella enreda los dedos en mis cabellos. Su contacto es más que un alivio, sus palabras no me inquietan tanto como deberían.

- Estábamos en Draenor cuando todo ocurrió. Fue una suerte. Una suerte para el Príncipe, desde luego, que estuviéramos tan lejos, aunque sabes que nosotros permanecemos al margen de esas cosas. 

Asiento levemente con un gruñido.

- ¿Se ha llevado a M'uru, entonces?

- Eso dicen. El hecho es que ya no está donde solía. Hay muchos rumores, algunos no creen que fuera el Príncipe ... quien sabe cual es la verdad. Elfos sangrevil, guardias que se vuelven unos contra otros, caballeros de sangre indecisos... - Rashe chasquea la lengua y se me queda mirando. - Lor'themar se ha apresurado a poner orden y Alduron ya lo ha hecho oficial. ¿Qué harás entonces? ¿Como mantendrás tu poder para manejar la Luz ahora que ya no tenéis al naaru?

Suspiro y la miro de reojo, acercándola más a mí. Su cuerpo es flexible y cálido, huele a bosques vírgenes. En su semblante hay curiosidad y un punto de fascinación.

- Nunca he dependido de M'uru para usar la luz - confieso al fin. No me gusta hablar de ello. No me gusta hablar de mí, pero Rashe se merece confianza. Al menos un poco. - Asi que haré lo mismo de siempre.

La isla de Quel'danas es una cumbre brumosa que despunta en el horizonte, la respiración de la elfa encuentra su eco en el arrullo del mar. Aún me contempla un momento antes de ponerse en pie y tomarme de la mano, sacudiéndose la arena de los pantalones de cuero en un gesto curiosamente femenino en ella.

- Eres tan extraño... - murmura mientras tira de mí hacia el agua, sacándose las botas con los pies. - es imposible saber lo que estás pensando.

- Mi cabeza es un desierto, ya lo sabes. Yo no pienso.

Se ríe entre dientes, escurriendo los brazos en torno a mi cuello. La abrazo por la cintura, alejando mi mirada de la isla para que vuelva a ella, y encuentro su sonrisa jugosa que despierta una punzada en mis venas.

- Se te da bien hacerte el tonto. - murmura, entrecerrando los párpados. Los rizos oscuros enmarcan su rostro ovalado, de pómulos esculpidos y ojos rasgados, brillantes. La vitalidad vibra en los músculos de su cuerpo felino, rezuma en su aliento cálido. Rashe me distrae de cualquier cosa, sobre todo cuando está tan cerca. - Eres un aliado leal, un compañero divertido y siempre me haces reír... pero no eres solo eso. Ocultas muchas cosas. Tienes demasiadas facetas, y estoy segura de que no conozco ni la mitad.

Inclino mi rostro sobre el suyo, sin llegar a tocarla. Me doy cuenta al hacerlo de cómo se estremece entre mis brazos al percibir el movimiento, y aguarda con los labios entreabiertos.

- Es posible.

Ella tiene razón. Oculto muchas cosas... y eso no es justo. Al mirarla ahora, entre mis brazos, trémula y emocionada mientras aguarda un beso que aún no llega, me doy cuenta de que la hermana del lobo no es invulnerable. Me doy cuenta de cuánto podría herirla, queriendo o sin querer... y de que ella también podría herirme a mi.

- ¿Por qué volviste de la Capilla?

Su voz se cuela en mis oídos, es un susurro apenas pronunciado, que escucho más por la vibración del aire entre nosotros que por su verdadero sonido. Respondo por impulso, sin pensar apenas en lo que digo.

- Volví por ti. Regresé cuando supe lo que había pasado. No sabía si estabas bien, estaba preocupado. - hago una pausa, frunciendo levemente el ceño cuando me asalta la duda. - ¿Por qué volviste tú de Draenor?

Sonríe a medias y vuelve los ojos hacia el horizonte. Un rayo de sol trémulo quiere abrirse paso, y tiñe suavemente el firmamento con tonos rosados y púrpuras.

- Dicen ... que si dos personas llegan juntas al amanecer, el Sol les bendice para siempre...y nunca se separarán. - La brisa sopla y agita nuestros cabellos un instante. - No quiero separarme de ti.

La voz de Rashe suena demasiado dulce, y me sabe a maldición en los oídos. Todo es demasiado complicado, he probado este cáliz antes y siempre ha traído dolor y devastación en el centro de la fortaleza. Siento la tentación de levantar los puentes y atrancar las puertas por dentro, pero no soy capaz de renunciar a ella ahora. No soy capaz de cerrar del todo, no cuando mi corazón se vuelve hacia el suyo impulsivamente, aunque yo no quisiera que lo hiciera.

El beso es una explosión cálida y desesperada en mi boca cuando me precipito hacia ella. No pienses. Es mejor no pensar. Ya llegará el momento de hacerlo, pero ahora no. El amanecer nos observa caer sobre la playa, justo ahí donde el agua y la tierra se encuentran, enredados en brazos del otro hasta que solo nos separa la piel.

Dejo que todo se disuelva, sumergido en su cuerpo de sabores hipnóticos. No sé si el sol nos bendice, pero un vínculo se está cerrando ahora. La he dejado entrar en mí, y sé que no podré sacarla nunca. Aunque nos separemos, siempre la llevaré conmigo.

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