viernes, 2 de octubre de 2009

XXXV - Guerra Abierta: Stratholme (II)

Stratholme - Primer día de verano

Campaña contra la plaga, día 12

Objetivos: Limpieza de Stratholme, derrota del líder de la plaga en la ciudad.

Informe previo de estrategia: Estoy hasta los cojones de hacer informes previos de estrategia. Hemos matado a estos cabrones día a día, noche a noche, y siempre vienen MAS. Hemos visto portales e invocaciones. De algún lado deben estar sacando a sus fuerzas, porque hasta los muertos tienen un límite, y aquí no quedan ya cadáveres que levantar. Ah sí, el Barón sigue regresando, una y otra vez. En alguna parte debe haber un jodido armario lleno de Barones Osahendidos, esto empieza a ser realmente absurdo.



Sentados en un rincón, bebemos agua y suspiramos a la vez. No es normal.
- Theron, ¿tienes? - pregunto, dándole la vuelta a mi odre vacío. Él asiente y me ofrece el suyo, extrayendo un pequeño vial verdoso.
- Se me está terminando.
- ¿Suficiente para hoy? - se encoge de hombros, engulléndolo de un trago. - Haremos un alto para ir a aprovisionarte.
Asiente, mientras bebe. En un momento dado se le encienden los ojos, las runas destellan, y parece dudar, aún con el recipiente cristalino entre los labios, si terminárselo o no. Con un resuello ansioso, lo hace, relamiéndose y chasqueando la lengua, rebuscando en su faltriquera deseperadamente acto seguido. Le agarro de la muñeca con determinación.
- No
Me mira. Gruñe levemente, me enseña los dientes. No aparto la mano y le hablo con firmeza, quizá demasiado rudo.
- Se te está terminando. Controla tu ansia. Has tenido suficiente. - frases cortas, sentenciosas tal vez, pero son verdad. - Volverás a tener una sobredosis. Te pondrás peor.
- Me hace más fuerte - murmura, rechinando los dientes. Su mirada es amenazadora - Lo necesito para sobrevivir. Lo necesito.
- Ya has tomado. Theron, contrólate. No merece la p...
Cuando empieza a forcejear, jadeando con la respiración silbante y mirándome con los ojos inyectados en sangre, tengo que fruncir el ceño y esforzarme para no tensar la mandíbula. Le suelto la muñeca con absoluto desdén y escupo a un lado.
- Déjame - murmura, volviendo a buscar en sus bolsas.
- No soy tu jodido enemigo, puto yonki.
- Que te jodan - escupe.
- Haz lo que quieras. No es asunto mío.
- No lo es, nunca lo ha sido, no quieres saber nada de ello.


Oigo el corcho cuando destapa otro vial y el sonido de su garganta ávida al tragar, rumiando mis maldiciones mientras observo el fuego y aguardo a que acabe de chutarse para continuar.


Será un problema. Es un adicto, es tremendamente peligroso


Arqueo la ceja y me pongo en pie, sin saber de dónde ha salido ese pensamiento. Giro la reluciente espada de luz y empuño el escudo cuando oigo caer el pequeño tubo de cristal al suelo, y el brujo se yergue, encendidas las runas y la mirada.

- Vamos. Te cubro.
- ...
- ¿Qué?
- ... nada - me observa con gesto suspicaz y sigue adelante.


La lluvia de fuego cae sobre las cabezas de los muertos alzados, sus cuerpos se carbonizan bajo la ira de las Sombras y caen inanimados ante la imposición indiscutible de la Luz. El brujo resuella y desata sus energías sin control, gruñendo, deslizando sus invocaciones en susurros cortantes y estremecedores que si bien no asustan a los muertos, atraen las más terribles maldiciones a este lugar. Maldiciones para purgar una maldición. Irónico hasta cierto punto.

Te dará la espalda cuando menos te lo esperes. Su adicción le controlará. Puede destruirte, es un peligro.


Que cojones... me detengo un instante, mirando alrededor.
- Manach sheek-thrish...
Las semillas de corrupción vuelan aquí y allá, tengo que protegerme para no salir escaldado, y con el escudo por delante, lanzo una sanación, buscando el origen de esa extraña voz que me habla. Sé que no es Theron, pero aun así, le pregunto cuando los muertos hacen honor a su nombre.
- Tu no estás...¿me has dicho algo?
- No... no.
- Creo que oigo una voz


¿Como puedes confiar en alguien cuya voluntad está supeditada al vil? Cuando le falta, desespera. Nunca tiene suficiente. ¿Cómo puedes confiar en alguien así, que no es libre? Te destruirás... te destruirá.


- Es... es posible que yo también.


Nos miramos en silencio. Sí, es verdad. La sombra de la duda se cierne poco a poco sobre nosotros, puedo sentirla claramente, como una losa pesada que intenta cubrirnos. Bastaría, en este momento en que la sospecha parece parpadear al fondo de nuestras miradas, dar un paso hacia un lado. Bastaría inclinarse un poco para caer en el abismo infinito y eterno, pero hay algo mucho más fuerte que eso, que me saca de un tirón del espejismo.

- No te sueltes - parpadeo, y el espeso sabor del miedo y la ira se escurre en mi garganta. ¿Quién cojones está metiéndose en mi cabeza?
- No me sueltes - El rostro de Theron ha palidecido, hasta la luminiscencia de las marcas de su piel parece haberse vuelto mas tenue. Su voz es un hilo débil.
- No lo haré. Todo es mentira. Sigamos
- Lo sé. Sé que no es cierto. No voy a dejarte.
- Lo tengo claro. Yo tampoco voy a dejarte.


Avanzamos mientras hablamos, apenas en susurros, con palabras secas y cortantes que nos estrellen la auténtica verdad ante los ojos y no nos permitan un atisbo de vacilación. El peso se atenúa cuando asomamos por un recodo, y señalo hacia el ziggurat.


- Cabrones... siguen aquí, como si nunca hubiéramos estado.
- Se han reorganizado rápido. No sé de donde los sacan, pero parecen infinitos.
- Deben invocarlos de alguna parte.


Hará cualquier cosa por sobrevivir. Es un brujo, al fin y al cabo. ¿Por qué iba a ser diferente contigo?


- Cállate - escupimos, pronunciando a la vez, con el mismo tono tajante. Volvemos a encontrar nuestras miradas, tomando aire profundamente, y nos arrojamos hacia el combate. Intento concentrarme, dejando a un lado la insidiosa voz, y desato las sanaciones y los destellos con la mecánica absorbente de la batalla, que me resulta un alivio impagable en este momento.


Corremos hacia el ziggurat, saltando los escalones de tres en tres, donde la Banshee aguarda... y entonces sucede. En medio de su descarga de sombras, el brujo se vuelve hacia mí, gruñendo, y las palabras en Eredun me golpean en los oídos, haciéndome tambalear.

¿Lo ves? ¿Lo ves ahora?


- Mierda... - impongo el escudo cuando los meteoros ardientes se desatan hacia mi, saltando hacia atrás.


Algo no va nada bien. Theron me está atacando, y ni siquiera mientras me defiendo soy capaz de creerlo.






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