viernes, 17 de diciembre de 2010

CI .- Descabellado

En el Templo del Reposo del Dragón, los centinelas ya se han acostumbrado a la gente que entra y sale. "Héroes de Azeroth", así llaman a los que vienen a ayudar en la guerra contra el Rey Exánime. Los dragonantes aguardan junto a las puertas, con sus gujas afiladas y sus armaduras fantásticas. Elive los señala y abre mucho los ojos. A ella le da igual que haya héroes de Azeroth o que la raza dracónica deba ser tratada con respeto. Desde mi hombro, les apunta con el dedo y exclama:

- ¡Mira papá! ¡Más dragones!
- Shhhh no grites, nena.

Theron se rie entre dientes y agarra el dedo de Elive, explicándole algo en voz baja. Yo no les presto atención. Estoy mirando a la pequeña gnoma que ha fijado sus ojos en nosotros y me sonríe con suavidad. Sus ojos resplandecen en azul turquesa y pese a su apariencia, sé que no es pequeña. Ni gnoma.

Un trago de saliva amarga se escurre por mi garganta cuando ella asiente con la cabeza, haciéndonos un gesto para que nos acerquemos. Odio esto. No es justo. Pero tengo que hacerlo. Bajo a la pequeña de mis hombros y la dejo en el suelo. Le abrocho bien la capa y le coloco el gorro peludo que le tapa hasta las cejas, abrigándola bien.

- ¿Llevas tu mochila, nena?
- Sí, pa. Llevo la mochila con los cuentos y todo - Elive me la enseña.

No es justo, pero tengo que hacerlo. Elive es tan pequeña, de pie entre las baldosas de mármol del templo... parece un duende cubierto de pieles blancas. Sonrío con todas mis fuerzas y le doy un beso en la nariz y un abrazo.

- Muy bien, guapa. Ahora te vas a quedar con Cromi, como hablamos.
- Sí.

Elive también sonríe. Está acostumbrada, quizá mas que yo. Yo nunca. Yo no.

- Terminaremos en seguida y vendremos en un par de semanas. Ven, te la voy a presentar.

La cojo de la mano y caminamos hacia la gnoma, que sonríe a la niña. Es cordial y amable. El Cementerio de Dragones es un lugar seguro, este templo, mejor dicho, lo es. Alexstrasza está arriba. A mi hija no le va a pasar nada, y prefiero tenerla cerca, al fin y al cabo. Tampoco puedo dejarla en ningún otro lugar.

Iremos a verla. Podemos venir a cada rato que tengamos, Ahti. Las monturas vuelan rápido.

Las palabras de Theron llegan a mí a través del vínculo, y admito que me reconfortan mucho.

- Hola, soy Elive - dice mi hija, estrechando la mano de la gnoma con toda tranquilidad - Mi papá me ha dicho que vamos a pasar unos días juntas. Me gusta jugar a las ardillas. ¿Te gusta a ti?
- Mucho - responde la voz aflautada de Cromi - ¡Qué gorrito más chulo!

Elive sonríe y se recoloca su gorro peludo con orgullo. La gnoma me mira a mí y asiente, sonriendo con placidez. Ese gesto también me consuela.

- Muy bien, ahora te enseñaré esto, ¿de acuerdo? - le dice a mi hija. Elive asiente, dando un saltito.

Me inclino para darle un beso en los mofletes antes de que se vaya con la dragona.

- Volveremos pronto.
- Vale, pa. ¡Hasta luego! ¡Hasta luego, tío Theron!

Agita su mano diminuta y se va saltando detrás de la gnoma, que es tan bajita como ella. Nosotros nos damos la vuelta y salimos al exterior. Me sacudo la nieve de la barba y del cabello y me siento sobre un escalón a llenar la pipa. El brujo, envuelto en su toga de tejido grueso, se deja caer a mi lado, con la media sonrisa bailándole en los labios.

Frente a nosotros, un yermo paraje de nieve blanca se extiende hasta donde alcanzan mis ojos. Dragones de escarcha y huesos sobrevuelan las cercanías, y los Vuelos los derriban cada vez que se acercan a la torre. La poderosa esfera de la cúpula del Templo emite un suave resplandor dorado, como un segundo sol. Entrecierro los ojos cuando el tabaco prende y una nube de humo gris me envuelve el rostro.

- Eres un buen padre.

La voz de Theron es suave, sin rastro de ironía ni malicia.

- Hago lo que puedo - respondo, con una media sonrisa. Esa es la verdad. Hago lo que puedo.
- Me gustaría poder tener algo así - dice, bajando la voz - Con Eliannor, ya sabes.

Asiento con la cabeza. A Theron nunca le había pesado esa consecuencia del vil, la infertilidad. Creo que jamás había supuesto un problema para él porque nunca se había planteado ser padre. Ahora me da la sensación de que, después de conocer a Elive y saborear la paternidad a través de mi, una punzada de escozor lejano ha despertado en él. De un tiempo a esta parte, lo he notado. Y no sólo eso.

Sé cuanto desea Eliannor tener un hijo. Ha sufrido mucho a causa de los abortos, y Theron ha tenido su parte en ello. Me conozco la historia, y lo cierto es que lo lamento por ambos. Por Eliannor, maldita y destrozado el fruto de su vientre por culpa de su amante. Y por Theron, por haber propiciado algo así a la persona que amaba. Lo que hacemos a otros, nos lo hacemos a nosotros mismos, y he aquí la prueba más grande de ello.

- He estado pensando... y puede que haya una manera.

Arqueo las dos cejas y le observo con atención. Está mirando hacia adelante, los ojos verdes fijos en el horizonte y la voz sosegada. Su gesto es relajado.

- ¿Para ella o para tí?
- Para ambos - suspira y hace una pausa, arrugando un poco el entrecejo - Verás, ella está yendo constantemente a los druidas. Ya lo hacía en... "allí", y ahora que está aquí, también viaja con frecuencia al Claro de la Luna. Va a mejorar, estoy seguro.

Asiento de nuevo, apartándome el pelo del rostro. Lo hago por instinto. No estoy seguro de que vaya a mejorar, pero qué cojones. Tampoco de que no lo vaya a hacer. Y la fe mueve montañas.

- ¿Y tú?
- Bueno, ya sabes que tengo poco arreglo. No tengo flechas en el carcaj, por decirlo así.

Me río entre dientes hasta que su siguiente frase me corta la risa en la garganta.

- Pero tú sí.

Bueno. Bueno, bueno. Si estuviera hablando en broma, podría seguir riéndome. Podría hacerlo incluso ahora, sabiendo que habla en serio. Pero no me parece cosa de la que reírse, entre otros motivos, porque es importante para él.

- Si, yo sí. ¿Y qué?
- Vamos, ya sabes lo que quiero decir - su voz se vuelve más suave, me golpea con el codo. Me está envolviendo bien la medicina en azúcar porque sospecha que no voy a querer tragármela. - Tú y yo compartimos mucho. Esencia... alma. Eres más que un hermano, si tú puedes darle un hijo a Eliannor sería mi hijo, de alguna manera.
- Y el mío. ¿Y has hablado con ella? ¿Está de acuerdo con eso?

He tensado la mandíbula. Mi expresión se ha vuelto dura, lo sé, y mis palabras suenan ásperas y secas. Theron mantiene la compostura, aunque su actitud se vuelve más fría. En el vínculo, se está retrayendo.

- No, quería hablarlo contigo primero. Por más vueltas que le he dado, es la única manera que se me ocurre. Ella puede sanar, pero yo no, por eso puedes hacerlo tú.
- No voy a acostarme con Eliannor - digo con firmeza, poniéndome de pie.

Theron se incorpora y echa a andar a mi lado hacia los dracoleones. Me detiene con la mano, clavándome las uñas en el brazo.

- ¿Qué? ¿Eso es todo? Piensa en lo que te estoy pidiendo, Ahti. No puedo tener hijos, solo tú puedes dármelos...y para ello, acostarse con Eliannor es sólo un proceso, no...
- Theron, no voy a acostarme con Eliannor. Y no voy a darte un hijo con ella.

Da un paso atrás. Él se está irritando, también hay dolor y rechazo, lo siento a través de mí mismo, que también estoy irritado y a la defensiva. No he descartado la idea a la ligera, aunque sí que es mi primer impulso. Preferiría no escuchar hablar del asunto, pero tengo mis razones. Razones más que razonables. Y ahora, me las va a pedir.

- ¿Por qué? - dice entre dientes. Su gesto se ha crispado y ha apretado los puños.

El viento arrecia y nos golpea en el rostro, las vermis de escarcha se estrellan contra el suelo leguas mas allá, derribadas por los dragones del vuelo rojo que guardan el perímetro.

- En primer lugar, hablemos del proceso. El proceso implica que tengo que acostarme con tu novia, y no quiero acostarme con Eliannor. Eso nos va a dar problemas, lo sé. Todo nos dará problemas, en realidad. Si lo hiciera, que no lo voy a hacer, - recalco - y ella se queda embarazada, esa criatura también va a ser mi hijo, o mi hija. Y no pienso quedarme al margen de eso, ni tú ni ella vais a conseguir que lo esté. ¿Y cómo vamos a cocinar eso, Theron? ¿Tú te das cuenta de lo que me pides?

- Se puede hacer. Ella estará de acuerdo, maldita sea, ¿el problema es que no quieres follártela? Debe ser la única hembra a la que no quieres follarte, Ahti.
- Es tu novia. Es suficiente para mí. Además, no es mi tipo.
- ¿Me niegas la posibilidad de tener un hijo porque Eli no es tu tipo? - replica, agitado. Tiene los dientes apretados y escupe su veneno entre ellos, su mirada se prende, furiosa - Vamos, no me jodas. ¡Debe haber un ejército de bastardos en Azeroth nacidos de tu polla y ahora no quieres darme uno a MI!

Ahora sí me ha tocado los cojones. Me arde la sangre en las venas. No quería llegar a esto, pero si vamos a hablar claro, hablaremos claro. Me arranco la pipa de los dientes y le señalo con el dedo, me he crispado y tengo la inquina a flor de piel.

- Escucha chaval, todo esto es cosa tuya. Tu idea es descabellada. Tú maldijiste a Eliannor y la volviste estéril, tú labraste tu destino. Ahora quieres que yo me revuelque con tu chica para saltarte esos pormenores porque se te ha despertado el instinto paternal. Pues no lo voy a hacer. Los actos tienen consecuencias. Sembraste, pues recoge. Apechuga con lo que has hecho de ella y de tí y no me vengas con historias, porque yo no estoy aquí para salvarte de TUS decisiones. Si ahora te arrepientes, haberlo pensado mejor antes de hacer lo que hiciste.

Y así se prende una mecha. Theron me escupe a la cara, sus rasgos se tuercen en una mueca iracunda.

- Eres un hijo de puta.

Veo venir su mano hacia mí, los dedos crispados y las uñas puntiagudas directas hacia mi rostro. Detengo el brazo con el mío y le suelto un revés con el dorso de la mano.

- ¿No te gusta oir la verdad? - resuello, no por el esfuerzo físico, sino por la tensión que me supone contener la llamarada virulenta en mi interior - Pues esa es la verdad. ¡Piensa con la cabeza, joder!
- ¡Yo lo haría por ti! - me espeta de nuevo, en un susurro infecto y herido - ¡Lo haría por ti sin pensarlo, desgraciado!
- No lo harías. Porque yo nunca te lo pediría.

Me limpio el salivajo con la mano y me doy un lametón en los dedos. La saliva de Theron es tan amarga como sus sentimientos ahora mismo. Ya no me ataca, pero permanece crispado y con la cabeza algo gacha, tenso y violento. Yo aún tengo ganas de darle una paliza. ¿Cómo puede ser tan gilipollas a veces? Por más que lo pienso, no entra en mis esquemas. Ni su idea absurda ni su reacción desmedida. ¿Quieres ser padre? Haberlo pensado antes. Luz sagrada, qué impulsos de golpearle. Me contengo con una capa de hielo y otra de cemento, y atajo la cuestión con frialdad.

- Dejemos esto. Hay trabajo que hacer, no voy a perder el tiempo peleándome contigo por algo así. No quiero volver a oír hablar del tema.

El revuelo de la toga suena a banderas agitadas con violencia, a ejércitos en retirada. Cuando cruza a mi lado, ni siquiera me mira. Salta sobre su dracoleón y sujeta las riendas con fuerza.

Que te jodan. No te necesito para nada.
Ojalá fuera así.
Que te jodan, Ahti. Eres un cabrón, y lo sabes.

Emprende el vuelo sin mirar atrás. Cuando pasan estas cosas, casi puedo escuchar el estruendo. Ambos nos enconamos, él se cierra y yo también. Nos recluímos, cada uno a nuestro lado, y me parece oír el ruido de portones de metal chocando sus batientes, cerrojos escurriéndose en los goznes y puentes levadizos que se recogen.

- Tiene cojones - escupo, saltando sobre Fantomas. Mi draco vuela en dirección a la batalla, no voy a dedicarle un solo pensamiento más a esto. Ni uno solo.

Él lo sabe y yo lo sé. Ambos sabemos que a veces, muchas veces, yo desearía que sus palabras fueran ciertas y no nos necesitáramos para nada. Él sabe, y yo lo sé, que a veces todo esto me supera. Yo no lo busqué, yo no lo quise así.

Y en momentos como este, me gustaría cerrar los ojos o mirar a otra parte, dejar de sentirle al otro lado y, en resumen, que se fuera un poquito a la mierda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario